domingo, 10 de noviembre de 2013

Tropezarse con la mirada de Buda





Y de repente, al doblar un recodo, ante nosotros, como surgida majestuosamente de la nada, la enorme estupa de Bodhanath, considerada una de las más grandes del mundo. Una plaza gigantesca ocupada en su totalidad por un monumento colosal o una estupa grandiosa que ha generado un templo de fervor en la plaza. Estupor, expectación, rostros y actitudes paralizados, gestos absortos ante la mirada penetrante de Buda que desde las alturas escudriña los cuatro puntos cardinales. Los disparos de las cámaras y los flashes interrumpen la pureza del instante. Miles de personas circunvalan ordenadamente el corazón del budismo tibetano en Kathmandú. Una rueda humana mueve el fervor creyente de manera continua. A pesar de la distancia que me separa de los credos religiosos, noto cómo los ojos de Buda tratan de arañarme al alma.




Pasado el primer momento, se puede disfrutar con intensidad del misticismo que gira en torno al gran dios que todo lo ve, se puede palpar el ritmo acompasado de las vidas errantes dando vueltas insistentemente alrededor del más allá. Un gran cono central, una inmensa estupa dirige los movimientos de los fieles, de los penitentes y de los devotos que giran y giran en este singular templo callejero. Una súplica circular pide fervorosamente al todopoderoso dios del tiempo el regalo imposible de la eternidad. La gran rueda de la vida no parará de dar vueltas hasta terminar atrapándonos a todos. 





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